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domingo, 27 de mayo de 2012
Horacio Rega Molina. Biografía
(San Nicolás de los Arroyos, 1899-Buenos Aires, 1957) Escritor argentino. Poeta destacado, fue un notable cultivador del soneto. Entre sus obras más importantes figuran El poema de la lluvia (1922), La víspera del buen humor (1925), Domingos dibujados desde una ventana (1928), Sonetos con sentencia de muerte (1940), etc.
Era capaz de escribir los diálogos de la historieta El gato Félix en el diario El Mundo, enseñar castellano a los alumnos de bachillerato y anotar de paso -en algún boleto de tranvía- la semilla de un poema. Podía pasearse en camiseta y con barba de tres días por la redacción de El Mundo -donde fue crítico literario por tres décadas- para espantar a una mujer admiradora de sus versos. Era Horacio Rega Molina, un gran poeta argentino que amaba la disciplina del soneto, las bromas pesadas y el campo.Nació el 10 de julio de 1899 en San Nicolás de los Arroyos, la patria chica del gaucho Hormiga Negra y del pintor Héctor Basaldúa. Frecuentó a los poetas martinfierristas, desde Nicolás Olivari hasta los hermanos Enrique y Raúl González Tuñón. Fue amigo de Roberto Mariani y César Tiempo. Murió en Buenos Aires el 24 de octubre de 1957, solo de toda soledad por las pasiones políticas de la época.Se ha dicho que Horacio Rega Molina fue el más fiel hijo poético de Leopoldo Lugones, de quien aprendió la artesanía del soneto hasta encontrar su propia voz. Esa que lo llevó a escribir: cuando pienso en el patio y sus rumores,/ en el hueco dejado y que así rueda/ hasta mi amor, abandonando amores,/ en parecida soledad me encierro,/ pues desde ahora, todo lo que queda/ fuera de esta baldosa es mi destierro.Poeta de lo bucólico, lector de los clásicos latinos, de Quevedo y Góngora, de los místicos españoles como Fray Luis de León, era un adolescente cuando abandonó el negocio familiar en San Nicolás -la confitería de su padre- por las luces de Buenos Aires.En 1919 publicó su primer libro, La hora encantada, una colección de sonetos que se vendía en las librerías porteñas y llamó la atención de Leopoldo Lugones. Fue Lugones quien le dio su bendición cuando salió Víspera del Buen Amor (1925), saludándolo como una de las voces más originales junto a las de Ezequiel Martínez Estrada, José Pedroni y Conrado Nalé Roxlo.Luego vendrían Poema de la lluvia (1922), El árbol fragante (1923), Domingos dibujados desde una ventana (1928), Azul de mapa (1931), Sonetos con sentencia de muerte y Oda provincial (1940), Patria del Campo (1946) y Sonetos de mi sangre (1951).Ganó el Premio Municipal de Poesía en 1925, el Gran Premio Nacional de Poesía en 1951 y el premio máximo del PEN Club. En 1955 Espasa Calpe publicó una antología de sus poemas. Después vino el olvido, ya que se le atribuía erróneamente haber escrito La razón de mi vida de Eva Perón, cuando en realidad -según su amigo Carlos Selva Andrade- presentó ese texto en la editorial Peuser a pedido de Raúl Apold, el jefe de prensa del gobierno peronista.Su fama de respondedor ingenioso cultivada en las redacciones de tantos diarios porteños, fama capaz de sacrificar una amistad por una réplica, tampoco lo ayudó en esos años duros. Había escrito sé de versos que no son poesía, como un montón de plumas no es un ala.En 1966 volvió del frío cuando Eudeba dedicó un libro de la Serie del Siglo y Medio a recordar sus poemas, con un estudio de Manuel Alcobre. Y en 1994 Plus Ultra editó sus dos libros póstumos, Odas de vivac y de a caballo, y Consagración del fuego, donde sorprende con el verso libre y olvida la rima y la geometría del soneto.Desde entonces fue un lírico que se recuerda en barra de amigos, cuando alguien recita un texto inolvidable. Había escrito: Déjenme así, mi corazón no pide nada más/ pues no hay vida tan hermosa/ como la que uno para sí decide./ Mi arcilla es mía, nadie hará otra cosa.
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