Los recuerdos, inútil infinito,
pero solos y unidos contra el mar, intacto,
en medio de estertores infinitos…
El mar,
voz de una libre grandeza
pero inocencia enemiga en los recuerdos,
tan rápido en borrar las huellas dulces
de un pensamiento fiel…
El mar, sus blanduras indolentes
tan feroces y esperadas tanto, tanto,
y en su agonía,
presente siempre, renovada siempre,
en el despierto pensamiento, la agonía.
Los recuerdos,
el revolverse vano
de arena que se mueve
sin pesar sobre la arena,
ecos breves y lentos,
sin voz, ecos de los adioses
a minutos que parecían felices…
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