viernes, 1 de marzo de 2013

La nube, Manuel Altolaguirre


Oh libertad errante, soñadora,

desnuda de verdor, libre de venas,

arboleda del mar, errante nube;

si en lluvia el desengaño te convierte,

la forma de mi copa podrá darte

una pequeña sensación de cielo.



Vuelve a la tierra, oh mar, vuelve a la vida,

a las cadenas de los largos ríos,

a las prisiones de los hondos lagos;

vuelve afiliada a penetrar mil veces

angostos laberintos vegetales.



¡Oh libertad, tus puertas son heridas!

No las quieras abrir, sigue encerrada

en la sedienta piel o te sostenga

el inclinado cauce del torrente.



Todo sueño que es nube se deshace.

Vuelva a brillar el sol, pues la blancura

de esa ilusión de libertad celeste

es tan sólo una sombra hecha jirones.



No sueñe más el agua, y tenga vida

en la savia o la sangre, tenga sólo

en mí su libertad, libre en mis lágrimas.

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