viernes, 20 de noviembre de 2009

Consejos de Martín Fierro a sus hijos, José Hernández

"Consejos de Martín Fierro a sus hijos"
CANTO XXXII (Segunda Parte)

Un padre que da consejos
Más que padre es un amigo,
Ansí como tal les digo
Que vivan con precaución-
Naides sabe en qué rincón
Se oculta el que es su enemigo.

Yo nunca tuve otra escuela
Que una vida desgraciada-
No extrañen si en la jugada
Alguna vez me equivoco-
Pues ha de saber muy poco
Aquél que no aprendió nada.

Hay hombres que de su cencia
Tienen la cabeza llena;
Hay sabios de todas menas,
Mas digo sin ser muy ducho:
Es mejor que aprender mucho
El aprender cosas buenas.

No aprovechan los trabajos
Si no han de enseñarnos nada-
El hombre, de una mirada
Todo ha de verlo al momento-
El primer conocimiento
Es conocer cuándo enfada.

Su esperanza no la cifren
Nunca en corazón alguno-
En el mayor infortunio
Pongan su confianza en Dios-
De los hombres, sólo en uno,
Con gran precaución en dos-

Las faltas no tienen límites
Como tienen los terrenos-
Se encuentran en los más buenos,
Y es justo que les prevenga;-
Aquél que defectos tenga,
Disimule los ajenos-

Al que es amigo, jamás
Lo dejen en la estacada,
Pero no le pidan nada
Ni lo aguarden todo de él-
Siempre el amigo más fiel
es una conducta honrada.

Ni el miedo ni la codicia
Es bueno que a uno le asalten-
Ansí no se sobresalten
por los bienes que perezcan,
Al rico nunca le ofrezcan
Y al pobre nunca le falten.

Bien lo pasa hasta entre Pampas
El que respeta a la gente-
El hombre ha de ser prudente
Para librarse de enojos-
Cauteloso entre los flojos
Moderado entre valientes.

El trabajar es la ley
Porque es preciso alquirir-
No se expongan a sufrir
Una triste situación-
Sangra mucho el corazón
Del que tiene que pedir.

Debe trabajar el hombre
Para ganarse su pan;
Pues la miseria en su afán
De perseguir de mil modos-
Llama en la puerta de todos
Y entra en la del haragán.

A ningún hombre amenacen
Porque naides se acobarda-
Poco en conocerlo tarda
Quien amenaza imprudente-
Que hay un peligro presente
Y otro peligro que aguarda.

Para vencer un peligro,
Salvar de cuelquier abismo,
Por experiencia lo afirmo,
Más que el sable y que la lanza-
Suele servir la confianza
Que el hombre tiene en sí mismo.

Nace el hombre con la astucia
Que ha de servirle de guía-
Sin ella sucumbiría,
Pero sigún mi esperiencia-
Se vuelve en unos prudencia
Y en los otros picardía.

Aprovecha la ocasión
El hombre que es diligente-
Y téngalo bien presente,
Si al compararla no yerro-
La ocasión es como el fierro
Se ha de machacar caliente.

Muchas cosas pierde el hombre
Que a veces las vuelve a hallar-
Pero les debo enseñar
Y es bueno que lo recuerden-
Si la vergüenza se pierde
Jamás se vuelve a encontrar.

Los hermanos sean unidos,
Porque ésa es la ley primera.
Tengan unión verdadera
En cualquier tiempo que sea-
Porque si entre ellos pelean
Los devoran los de ajuera.

Respeten a los ancianos,
El burlarlos no es hazaña-
Si andan entre gente estraña
Deben ser muy precavidos-
Pues por igual es tenido
Quien con malos se acompaña.

La cigüeña cuando es vieja
Pierde la vista, -y procurar
Cuidarla en su edad madura
Todas sus hijas pequeñas-
Apriendan de las cigüeñas
Este ejemplo de ternura.

Si les hacen una ofensa,
Aunque la echen en olvido,
Vivan siempre prevenidos;
Pues ciertamente sucede-
Que hablará muy mal de ustedes
Aquel que los ha ofendido.

El que obedeciendo vive
Nunca tiene suerte blanda-
Mas con su soberbia agranda
El rigor en que padece-
Obedezca el que obedece
Y será bueno el que manda.

Procuren de no perder
Ni el tiempo ni la vergüenza-
Como todo hombre que piensa
Proceder siempre con juicio-
Y sepan que ningún vicio
Acaba donde comienza.

Ave de pico encorvado
Le tiene al robo afición-
Pero el hombre de razón
No roba jamás un cobre-
Pues no es vergüenza ser pobre
Y es vergüenza ser ladrón.

El hombre no mate al hombre
Ni pelee por fantasía-
Tiene en la desgracia mía
Un espejo en qué mirarse-
Saber el hombre guardarse
Es la gran sabiduría.

La sangre que se redama
No se olvida hasta la muerte-
La impresión es de tal suerte,
Que a mi pesar no lo niego-
Cai como gotas de fuego
En el alma del que la vierte.

Es siempre en toda ocasión
El trago el pior enemigo-
Con cariño se los digo,
Recuérdenlo con cuidado-
Aquél que ofende embriagado
Merece doble castigo-.

Si se arma algún revolutis
Siempre han de ser los primeros-
No se muestren altaneros
Aunque la razón les sobre-
En la barba de los pobres
Aprienden pa ser barberos.

Si entriegan su corazón
A alguna mujer querida,
No le hagan una partida
Que la ofienda a la mujer-
Siempre los ha de perder
Una mujer ofendida.

Procuren si son cantores,
El cantar con sentimiento,
Ni tiemplen el instrumento
Por sólo el gusto de hablar-
Y acostúmbrense a cantar
En cosas de jundamento.

Y les doy estos consejos
Que me han costado alquirirlos,
Porque deseo dirijirlos,
Pero no alcanza mi cencia-
Hasta darles la prudencia
Que precisan pa seguirlos.

Estas cosas y otras muchas,
Medité en mis soledades-
Sepan que no hay falsedades
Ni error en estos consejos-
Es de la boca del viejo
De ande salen las verdades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario